sábado, 17 de marzo de 2018

Valiente Sakris Kupila en su lucha por las personas Trans.

   

      "Soy defensor de los Derechos Humanos, especialmente de los derechos de las personas 'trans', y, junto con Amnistía, estoy trabajando para cambiar la ley sobre reconocimiento legal de género.
      Según está dispuesto en la ley actualmente por el gobierno de Finlandia, para proceder al cambio de género, uno tiene que ser mayor de dieciocho años, haber sido diagnosticado con una enfermedad mental, y haber sido esterilizado. Y yo, por lo que estoy luchando, es por el derecho a la autodeterminación. Es decir, que uno pueda llegar, rellenar un formulario y poder cambiar de género. Y seguiré trabajando hasta que la ley cambie. Ese es mi deseo. 
      Estoy muy contento de ver todo el apoyo que mi caso ha recibido aquí, en España. He estado viajando alrededor de Europa explicando mi caso y recopilando firmas. Todas estas firmas se las vamos a enviar al Secretario del Primer Ministro la próxima semana; se las vamos a entregar. 
      Esto ha sido parte de la campaña 'Write for Rights' ('Escribe por los Derechos'), y de hecho, gracias a esta campaña, el Primer Ministro de mi país ha recibido muchísimas cartas. Lo que estamos intentando hacer es precisamente elevar la  presión internacional, para que el gobierno, o bien explique por qué no ha cambiado la ley, o directamente la cambie."
Sakris Kupila en el Encuentro de jóvenes AI 2018

      Son palabras de Sakris Kupila, durante el Encuentro de Jóvenes de Amnistía Internacional que tuvo lugar el domingo 11 de marzo de 2018 en Madrid, al que acudieron cinco integrantes de nuestro Grupo Escolar del IES Juan de Herrera. Sakris explicó a estudiantes de universidad, de secundaria y jóvenes en general por qué eligió el activismo para cambiar esas leyes discriminatorias.



      Dos días antes, el viernes 9 de marzo en la sede de Amnistía Internacional España de Madrid, otras dos personas del Grupo también tuvimos la oportunidad de hablar con Sakris, esta vez en un Encuentro de Red de Escuelas.
Sakris Kupila en el Encuentro con Grupos Escolares en la sede de AI España
      Impresiona lo joven que es, pues solo tiene veintiún años. De hecho es uno de los más jóvenes defensores de Derechos Humanos reconocidos por Amnistía Internacional.
      Era aún adolescente cuando se dio cuenta de que era transgénero, pero se le denegó el reconocimiento legal de su identidad de género, porque rechazó los requerimientos que exige este proceso en Finlandia, como hemos visto en sus palabras: ser mayor de dieciocho años, tener un diagnóstico psiquiátrico y ser estéril o someterse a esterilización, lo cual tiene que resultar difícilmente asumible por cualquier persona, y en especial por un estudiante de Medicina, como es Sakris. 
      Desde que cumplió dieciocho está luchando para que el gobierno finlandés cambie esa legislación de 2013 relativa a las personas transgénero, puesto que está claro que esos requisitos violan los Derechos Humanos. 
      Amnistía Internacional se ha unido a su causa en 2017 con la campaña de firmas que secundamos en nuestro Grupo Escolar en diciembre pasado, y en la que explicamos a todas las clases del Instituto el caso de Sakris, tras lo cual conseguimos para su causa trescientas setenta y cuatro firmas, trescientas dos de alumnos y setenta y dos de adultos. 
Sakris Kupila en el Encuentro con Grupos Escolares y activistas AI.
      Tras habernos involucrado de tal manera en su lucha, fue muy emocionante que pudiéramos compartir ese rato con Sakris, durante el cual le transmitimos el apoyo de todo nuestro Grupo y el aprecio por su valentía en la defensa de tantas personas que ven incumplidos sus Derechos, no solo en Finlandia, sino también en otros muchos países. Le dijimos además que, gracias a su caso, hemos podido informarnos y tomar conciencia del problema que están sufriendo todas esas personas.
      Sakris nos transmitió su agradecimiento por el hecho de que componentes de la Red de Escuelas, aún tan jóvenes, se unan en su lucha. Agradeció todas las firmas recogidas, que se suman a las que le han llegado de todo el mundo, y, al entregársele una carpeta con mensajes y dibujos, se reconoció sonriente en uno que representa su figura casi sepultada por una montaña de cartas.
      Sakris confesó que antes tenía una gran timidez, y también que sentía una enorme soledad, por lo que reconocimos el valor de que actualmente se encuentre expuesto, con tan gran visibilidad en medios de comunicación y en redes sociales. Pero respondió que la lucha requiere eso, y que, por otra parte, la notoriedad que ha alcanzado, le sirve de protección. 
      Fue doloroso escuchar la gran incomprensión que ha soportado, sobre todo al principio, incluso por parte de su círculo de amigos y de miembros de su propia familia, hasta que comprendieron su sufrimiento. También, que haya recibido palizas por parte de gente intransigente de su pequeña localidad. Por el contrario, el apoyo firme de personas de su entorno, le ha ayudado a reconocer la verdadera amistad.  
      Fue cuando accedió a la universidad, en una ciudad más grande, cuando se vio rodeado de una red de seguridad, y cuando Amnistía comenzó a interesarse por su lucha, a reconocer su papel como defensor de Derechos Humanos, y a darle protección y acompañamiento en su trabajo en defensa de los derechos de las personas transgénero. Esperemos que con ello Sakris deje de sufrir acoso, intimidación, amenazas de palizas violentas y hostilidad abierta, hostigamientos que han llegado a obligarle a dejar sus estudios durante un año.
     La otra tarde le transmitimos que nos sorprende que Finlandia, un país nórdico que se supone avanzado (de hecho es un referente mundial en cuanto a su sistema educativo), sea tan intransigente, y le preguntamos si se están consiguiendo avances. Su respuesta fue que está siendo muy difícil, pero que confía en que pueden conseguirse cambios. Para ello, como hemos transcrito, va a ir en fechas próximas a entregar a su Gobierno las firmas recogidas. En esa entrevista le acompañará Amnistía Internacional.
#SakrisKupila #transrights #transgenderrights @sakriskupila

- Interesante artículo de Huffington Post. I Am Fighting To Stop Finland Sterilising Trans People. 

      Amnistía Internacional trabaja desde 1991 por los derechos de lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI), que en muchas partes del mundo no son respetados y a los que se les niega el disfrute en condiciones de igualdad de su derecho a la vida, a la libertad y a la integridad física. Entre el 1 de enero de 2008 y el 31 de diciembre de 2014 fueron registrados 1731 asesinatos en el mundo contra personas transgénero. (FUENTE: http://www.rivasactual.com/archives/28520)

FIRMA LA PETICIÓN AL PRIMER MINISTRO DE FINLANDIA para exigir que el Gobierno finlandés apoye a los defensores y defensoras de derechos de las personas transgénero como Sakris y que haga que el procedimiento para el reconocimiento legal de la identidad de género sea rápido, accesible y respete los Derechos Humanos.

      

jueves, 1 de marzo de 2018

Siria, una reflexión desde el exilio

   
      Un joven sirio, técnico anestesista, tras su tiempo de servicio militar, de ver verdaderas barbaridades en el quirófano, de oír noticias falsas, apoyadas en declaraciones forzadas de presos obtenidas mediante tortura o a cambio de libertad, regresa a casa. La madre lo recibe: "¡Gracias a Dios por tu vuelta y salud!"
      Tiempo después, una noche asiste a un caso de urgencia en el precario hospital de campaña oculto en un sótano. Se trata de un joven de su edad, herido de un balazo en un ojo y otro en la tripa. No consiguen salvarlo. Este chico es un familiar con su mismo nombre y apellidos, que han confundido con él. La madre, angustiada: "Tienes que salir de aquí".
      Provisto solo de su pasaporte, de su título universitario y de unas prendas de ropa ensangrentadas durante la decena de operaciones diarias que venían realizando, cambia de casa una y otra vez y habiendo cruzado montañas durante días y días, por fin alcanzó la frontera de Líbano, desde donde, ayudado desde España por una prima suya, logró reunirse con ella. Su prima recuerda que él lloraba por la noche, gritaba, no recordaba nada y se sentía perdido y sin sentido lejos de su familia. Lo aterrorizaba en la calle cualquier uniforme, aunque fueran de personal de limpieza o de cualquier otro trabajo. Ella le aconsejó que se expresara, que verbalizara: "Os tengo miedo", y vería lo simpática que es la gente. Así lo hizo y su vida fue normalizándose. Se propuso aprender castellano, y en cuanto pudo, se compró un método, que estudió a fondo. Consiguió una beca y se matriculó en Medicina, pero ahí topó con la dura burocracia que no le convalidó su título, y que le obligó a dar marcha atrás, a examinarse de Selectividad en castellano, que aprobó, y a reiniciar la carrera desde cero.
      Denuncia la inhumanidad del sistema, pero agradece de corazón la sensibilidad de las personas que lo han socorrido en España, animado, ofrecido su hospitalidad, especialmente la de un profesor que, desinteresadamente, le ha dado "techo, comida y calor" en el seno de su propia familia.
      Recuerda con dolor que en 2013 se dejaron las fronteras abiertas, y llegaron a Siria muchos extranjeros para hacer el yihad. Las fuerzas yihadistas, ISIS, proliferó. No llegaban medicamentos, pero sí armas o dinero para comprarlas. Nos recuerda que Turquía hace negocio vendiendo chalecos, permitiendo salir, alentando la esperanza de que en Europa se necesita mano de obra, porque la demografía es baja. El destino soñado es en el norte: se sabe que en España ya hay muchos latinos y africanos.

      Un  palestino refugiado en un campo sirio, tras sufrir los ataques duros, brutales, del régimen, que causaron la muerte a muchos amigos, consiguió llegar a Turquía, donde pasó un tiempo ganándose la vida como profesor de inglés. Desde allí, consiguió llegar a España, pero, agotados los seis meses de acogida, se vio viviendo en la calle, sin ayuda oficial alguna. Reconoce que ni el sistema ni el gobierno son buenos, pero sí la sociedad española, que le da muestras de solidaridad.
      En la distancia sufre porque él está bien, pero quienes quedaron en Siria no lo están: viven en campos de desplazados, hay más de trescientos mil detenidos desaparecidos; sufren bombardeos, tortura en las cárceles... muerte. Es un verdadero genocidio a los ojos del mundo, que no quiere verlo, que se niega a actuar. Insiste: "Nos sentimos muy solos, abandonados por el mundo".

      "Algunos de mis familiares siguen allí y yo no quiero poner en riesgo sus vidas", afirma otro joven sirio, tímido, que lleva cuatro años en España y recuerda cómo sufrió bullying en su adolescencia; cómo fue testigo de las manifestaciones populares de 2011 y del estallido de la guerra; cómo vivió la falta de seguridad, de electricidad, de internet. Sus padres murieron y él vivía aislado en compañía de su gato. No pensaba en el futuro, sentía que enloquecía. Fue muy difícil separarse de su gato, pero tenía que salir de allí cuando le llegó la carta de invitación de un tío suyo y pudo conseguir el visado para trabajar en España dos años. En Líbano, en Egipto, desconfiaban de la validez del documento, y el miedo le duró hasta que, al llegar, el funcionario español le dijo: "Bienvenido a España".
      No se lo creía cuando pasaban los días y no caían bombas, y fue consciente de que no había riesgo de daño, de secuestro. Oía los pájaros, el viento, veía el jardín. Aquí aprendió a amar la vida, la tolerancia, a ser amable, a apreciar que podía hacer lo que quisiera sin importar la raza ni el origen, sino la manera de tratar a la gente. Se sintió por primera vez en su vida aceptado por cómo es, por lo que aporta.

IMAGEN: https://colectivoutopialapalabra.blogspot.com.es/2018/02/estado-espanol-charla-siria-una.html
      Son tres voces de sirios que viven exiliados en nuestro país. Su testimonio nos llegó muy hondo el sábado, 17 de febrero, en la Biblioteca Eugenio Trías, la antigua Casa de Fieras del Retiro de Madrid. Era un acto convocado por la Asociación de Apoyo al Pueblo Sirio, como preámbulo de la  carrera por Siria del día siguiente. La charla-debate se titulaba "Siria, una reflexión desde el exilio".

     Habló también Naomí Ramírez, doctora en Estudios árabes islámicos, que lleva tiempo acercándonos el drama de Siria con lo que ella sabe hacer: traducir. Desde julio de 2011, cuelga traducciones de textos, vídeos e imágenes de la revolución siria, en su blog "Traducciones de la revolución siria".
      Leyó fragmentos de una obra que ha traducido, "El caparazón" de Mustafá Khalifa, que nos pusieron los pelos de punta por la crueldad del trato que el propio Khalifa sufrió en la cárcel de Tadmur.

      Coordinaba la charla-debate Álvaro Zamarreño, periodista de la SER, sensibilizado con todo lo que ocurre en Siria desde hace siete años, avergonzado de que nos encontremos nuevamente en una mesa redonda sobre esa guerra.
      Zamarreño denuncia que el régimen sirio está separado de la gente, con una actuación criminal, porque teme el cambio, teme la pérdida de poder que habría supuesto acceder a las reivindicaciones de democracia de la primavera árabe. Denuncia que resulte tan fácil matar a cientos de miles de personas. Poco a poco. Al parecer, la cadencia de muertos de unos ciento cincuenta al día, es una cifra que el mundo puede aceptar sin escandalizarse, sin reaccionar.
      Sin embargo, Ramírez recuerda a su vez que en 2013, llegaron a matar a más de mil trescientas personas con bombas químicas, ante lo que sí hubo una postura de condena, lo que ocasionó que ese mismo año la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) fuera galardonada con el Premio Nobel de la Paz, máximo reconocimiento a su importante labor en ayudar a la destrucción de estas armas en la guerra civil siria. Labor que fue vana, porque se sabe que siguen utilizando este tipo de armas. El mundo no quiere armas químicas, pero sí las madres: sobrecoge que prefieran que sus hijos mueran por este medio, que al menos deja los cadáveres enteros.

      Un asistente pregunta: "¿Cómo os sentís los sirios?" 
      Los tres sirios que habían intervenido expresan lo mismo: se sienten perdidos, desesperados respecto a la guerra, sin saber a qué atenerse, con la incertidumbre de qué va a pasar. Cada uno en algún momento de su intervención dice que en España se sienten escuchados, que la gente es generosa actuando, contribuyendo, pero el gobierno no.
      Y claman:
      ¿Qué pasa con las voces que pedían justicia para Siria en 2011?
      ¿Por qué no se escucha a los periodistas? ¿Por qué muchos medios de comunicación no informan de lo que sucede? Ya no se habla de refugiados. Están en Afganistán, Turkía, Pakistán, Líbano... en las puertas insolidarias de Europa. Solo se habla de ISIS, no de la gente que quiere democracia, libertad. No del régimen que lo impide y reprime, con el ejército, con los aviones, con el apoyo ruso que bombardea civiles, y con los intereses de Estados Unidos.
      ¿Por qué no dicen nada los sindicatos, las organizaciones de izquierda, ante una brutal represión que se inició por la represión a quienes en manifestación con ramas de olivo pedían libertad, justicia, democracia? Con su inacción, están apoyando el genocidio de Al-Assad.
      A los tres los atormenta que no haya ninguna declaración cuando se dan ataques con cloro, como si no pasara nada. Parece una confabulación. Bashar Al-Assad ha amenazado con mandar terroristas a la profundidad de Europa.
      Parece que Bashar Al-Assad ha ganado.
 
Visita de Basser Al-Assad a España en 2010
      ¿Está en nuestras manos cambiar?
      AAPS (la Asociación de Apoyo al Pueblo Sirio) está haciendo lo que puede, por ejemplo con las tres ediciones de Corre por Siria en Madrid y las dos en Santander, que dan visibilidad al conflicto y sirven para recaudar dinero con el que se envían a los campos de desplazados en Siria contenedores de ayuda humanitaria que organizaciones de todo tipo recogen en múltiples puntos de España. Ya van noventa camiones cargados de humanidad. En unos meses en que la ONU ha denunciado que ninguna ONG está consiguiendo llevar ayuda humanitaria, la AAPS sí llega.
      También apoyan a ciento veintitrés familias que necesitan ayuda. Cristina, de la Asociación, nos anima: "Podemos ayudaros a que os suméis. Todos tenemos cabida para hacer algo, aunque consideremos que no somos nadie, que no somos nada."
 


      Nos informan de que también se puede apoyar el movimiento Families for freedom. Es una ONG iniciada por mujeres que reclaman conocer el paradero de sus familiares desaparecidos.

      Asma, de quince años, está decidida a a correr con su hermano, empujando su silla de ruedas. A quienes le dicen que es mucho esfuerzo para una chica tan joven, les responde: "Si salí de Siria empujando esa silla, con mi hermano y todos nuestros enseres, ¿cómo no voy a poder recorrer estos cinco kilómetros? "
       Se levanta frente a nosotros. Tímida, digna con su pañuelo y un papel en la mano, canta una preciosa canción siria, en su lengua, con voz débil, temblorosa. Una mujer la corea para animarla y entonces se unen todas las voces sirias que hay en la sala: no entendemos la letra, pero nos emocionan, porque transmiten ternura, nostalgia, el doloroso recuerdo de su patria lejana, bombardeada, olvidada del mundo.

   
      Esto fue el 17 de febrero. A 1 de marzo el drama ha aumentado día a día: Guta Oriental destruída, muchos muertos más, denuncia de violaciones, treguas rotas, un frío siberiano en tiendas de campaña de campamentos de desplazados, de refugiados...