SER ORILLA
Javi López-Gomis. Enero 2017
"El estío fue casi como tu casa,
en ella tú sabes mantener todo -
ahora has de ir fuera en tu corazón
al igual que se va por la
llanura."
Rainer Maria Rilke
I
Las paredes de la casa ya se desplomaron.
Algo se edifica ahora en el hueco
de una herida que permanece aún
sangrando temblando la injusticia
de los muros levantando más fisura y más frontera
—tanto aullido—
no hay silencio
/yo sé bien que no hay silencio:
las piedras acumulan gritos
en un suelo que cosecha espantos
y la tierra baila con música de grieta
/el hogar se cae:
la calma tan desvanecida, entre los ojos
de los niños el
terror más solo
/no hay cobijo ante un cielo frío que golpea, que retumba
miedo.
No hay silencio
/sé bien que tú conoces
la sinfonía de la sangre a destiempo
tan palpable el grito —la grieta y tu por qué—
¿Qué hacer entonces bajo tanta sombra
bajo el canto repetido
de un fantasma belicista?
Buscarle luz al mundo cuando el mundo te ha gruñido
noche hueca y alarido y desencuentro/
buscar lo quieto de un temblor que te cobije
como chimeneas encendidas.
Salir de la canción de los escombros
con los pies buscando algún silencio
/algo que mitigue el golpetazo de lo indigno
—el hambre tan bien inventada.
Salir a edificar un nido,
caminar por el inestable hilo de la pérdida.
No saber a dónde y no acallar las voces:
el eco de los desaparecidos penetrando cada pulso
/no hay silencio.
II
En mis manos sangra la vergüenza de esta Europa.
Me tiemblan en las manos los gatillos
de quienes eligen negociar el sufrimiento.
Se me disparan en la boca quieta
los sollozos porque no comprendo y no hay silencio:
estoy mascullando todo lo que hay en mí
que eres tú* y no es grieta ni frontera
ni sombra artificial.
Mis pies van al encuentro de tus pasos
para construir, rama a rama y segundo por segundo, una
cama
de futuros
/hogar donde posar lo quieto de una calma.
Sólo puedo abrir las palmas de las manos, heridas
tras edificar un nido de ternura
o una morada entera de silencios cálidos.
Extender los brazos y acallarme para tus ojos
con mis ojos llenos de lumbre y acogida.
Sólo puedo abrir los oídos
como quien escucha tu horizonte
/por entero ser
toda la extensión de algún silencio más clemente
ser orilla
para todos tus naufragios.
*de Alejandra Pizarnik
Apareció, como había anunciado, el poeta en nuestro Grupo, en la tercera semana de enero, justo cuando andábamos preparando la charla de mañana, 30 de enero, Día Escolar de la Paz y la No Violencia.
Escuchó en silencio los cruces de palabras de unos y otros, nos consideró un equipo unido y surgió la idea: escribiría un poema que sería un obsequio para los diez jóvenes becados en el Programa "Integra" de la Universidad Camilo José Cela que nos visitarán mañana.
Y volcó en palabras su humanidad, su dolor, su rabia y su ternura. Aquí está su regalo.
Gracias, poeta.
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