Un curso más desde enero de 2010, el Grupo Escolar de
Amnistía Internacional del IES Juan de Herrera, reunido semanalmente al
terminar las clases de la semana, pone su mirada en los Derechos Humanos.
Somos cincuenta personas, la mayoría alumnos y alumnas, de
todos los cursos, y también unos cuantos profesores en activo y jubilados.
Tenemos en común la preocupación por lo que pasa en el
mundo, la empatía con quienes sufren y las ganas de hacer algo, lo que podamos,
por aliviar su sufrimiento, aunque sea solo un poquito.
Leemos, comentamos, debatimos, discutimos, confrontamos,
hasta llegar a alguna conclusión que abarque todas las sensibilidades. Espontáneamente surgen
las ideas:
"Podríamos poner carteles."
"Usaremos las redes."
"Lo comentaremos en
casa, en clase, a los amigos."
"Nos pondremos en la entrada con nuestros chalecos
amarillos a recoger firmas por los casos que Amnistía Internacional propone en
el Día de los Derechos Humanos, en el Día de la Pena de muerte o en el Día contra el uso de menores soldados.
"Recibiremos en nuestro Instituto, un
sábado de diciembre, a los otros Grupos Escolares de Amnistía que formamos en Madrid la Red
de Escuelas: en talleres trabajaremos la forma de defender los Derechos Humanos frente a los discursos
xenofóbicos, homofóbicos y segregadores de todo tipo. Basaremos nuestro discurso en que lo
que nos importa es la persona, sea cual sea su origen, su religión, su color o su orientación sexual."
"Colgaremos una exposición sobre la paz esquiva de Colombia,
la estudiaremos y la enseñaremos a quienes quieran verla. Además, invitaremos a José
Ricaurte a que venga a explicarnos qué pasa en Colombia, por qué tuvo que salir
de allí".
Y nos desgarrará cuanto nos cuenten las varias personas que nos visitarán a lo largo del curso: Charles Fotso, activista camerunés por los derechos de las personas con albinismo. La odisea de José Ricaurte para obtener la
condición de refugiado aquí, en nuestro país: burocracia, esperas, malos modos
a él, a su mujer y a sus hijos menores, pues el mayor, ya de dieciocho años, no
es admitido dentro de la unidad familiar y tendrá que irse a otro país por su cuenta.
Provocará nuestras lágrimas Shujaa Graham, cuando nos cuente
que pasó ocho años en el corredor de la muerte en Estados Unidos, por una
acusación falsa, condenado por tribunales injustos, indultado al demostrarse su
inocencia tras una campaña iniciada por unos jóvenes que creyeron en él. Su testimonio y su abrazo grande nos unirá tras su relato. Nos dicen que nosotros lo conmovemos a nuestra vez, por el cálido recibimiento, por la
respetuosa escucha, por la atmósfera de humanidad que respiró en nuestro salón
de actos, abarrotado para escucharlo.
La segunda campaña de recogida de ayuda humanitaria para la
Asociación de Apoyo al Pueblo Sirio, en enero, tras las imágenes de frío
insoportable en los campos de desplazados que veíamos en televisión, colapsará la
entrada del instituto: se nos han unido en la recogida varios colegios, el
Ayuntamiento nos ha enviado mantas, gente particular viene a traer lo que puede, los
niños dejan sus juguetes en una montaña que crece y crece hasta el punto de
asustarnos. Extenuados, un viernes por la tarde terminaremos de
embalarlo todo en 258 cajas que se apilarán en el salón de Actos. Nos ha ayudado
todo el mundo, desde las conserjes al Equipo Directivo, los alumnos del Grupo
Específico Singular... E incluso los ocho refugiados universitarios que han
venido a hablarnos de su experiencia en el Programa Integra de la Universidad Camilo José
Cela, que los ha acogido provenientes de Siria, Irak, Ucrania y Afganistán. Tras arremangarse en el embalaje de todo lo que hemos recibido, en una charla-coloquio nos hacen ver que una
situación acomodada de aparente normalidad puede venirse abajo de un día para otro cuando el conflicto se convierte en guerra, persecución, destrucción, hambre y pérdida de todo lo que se tenía. Nos hacen sentir muy cerca todo lo que los medios de comunicación nos cuentan.
En fin, el Grupo ha tenido la oportunidad de dar a conocer a toda la Comunidad Educativa numerosos casos relativos a Derechos Humanos: un concejal colombiano que defiende a sus conciudadanos, una
abogada siria que trabaja por los perseguidos kurdos, una niña africana albina perseguida por
su color de piel, una campesina que no quiere que le expropien su pequeña
tierra, unos egipcios muy jóvenes condenados a muerte por expresar
libremente sus ideas, una enfermera estadounidense que creyó en un joven
analfabeto al que vio aprender a leer en la cárcel y a pedir respeto a los presos; toda una
infancia congoleña expuesta a perder su vida en minas de coltán de sangre para
que grandes empresas comercien con nuestros móviles de última generación; millones de personas que no tienen casas ni escuelas ni hospitales, pero no
quieren abandonar su país y acaban desplazados en campamentos expuestos a los
rigores del invierno y todos los demás que vagan errantes en dirección a esta Europa inhumana que les cierra el paso con muros y concertinas.
A todos ellos nos une un mismo sentimiento de defensa
de Derechos Humanos. Y es lo que plasmamos en nuestra memoria del curso 2016-17, reconocido por la AECID con el Premio Nacional
Vicente Ferrer.
El 24 de julio recibimos un correo que nos informó de que habíamos ganado ese Premio Nacional de Educación para el Desarrollo Vicente Ferrer.
Tras pasar por una fase de incredulidad, todo el grupo al completo estábamos entusiasmados.
¡Nuestro trabajo había sido reconocido desde el Ministerio de Asuntos Exteriores!
Cuando pasaron los días y la noticia se hizo pública, nos empezaron a llover felicitaciones: desde el Ayuntamiento de San Lorenzo de El Escorial, Amnistía Internacional España, Chema Caballero…
El premio consiste en un reconocimiento al Instituto por lo que hace nuestro Grupo y en un intercambio en Senegal de experiencias con otros profesores españoles de los proyectos premiados. Esto seguramente nos aportará nuevas ideas y relaciones con otros Centros que quizás nunca habríamos tenido.
Un sincero gracias y enhorabuena al resto de ganadores. Estamos de enhorabuena y ese reconocimiento nos da fuerza para seguir adelante.
AMNISTÍA INTERNACIONAL NOS DA LA ENHORABUENA EN SU BLOG.
EL AYUNTAMIENTO DE SAN LORENZO DE EL ESCORIAL SE HACE ECO DEL PREMIO
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ResponderEliminarIsidro y Carmen aparte de excelentes profesionales son personas excepcionales que se preocupan por la realidad de su entorno e intentan con gran éxito involucrar a los jóvenes en esas incómodas realidades.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tus palabras, Srta. Monsalve. Afortunadamente, no solo estamos en esto Isidro y Carmen, sino muchos otros profesores, y, sobre todo, muchos jóvenes de una sensibilidad profundamente humana y unas ganas enormes de mejorar el mundo. Aprendemos y trabajamos con ellos, en el mismo plano de ilusión todos juntos.
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